lunes, 25 de septiembre de 2017

APRENDÍ QUE

Autor: DESCONOCIDO
Colaboración de: JHOANA PUERTA (PERÚ, Lima)

Con el tiempo aprendí que es el deseo de uno mismo lo que hace que los hechos sucedan, y ya no creo en las casualidades. 

Los malos momentos al final desaparecen; y los buenos, aunque tarden, llegan. Siempre llegan.

Aprendí que gracias a afrontar adversidades conoces tu propia fortaleza, que hay que creer en hechos y no en promesas, que los grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos.

Aprendí que cuando las palabras fallan, la música habla; que hay que saber pedir perdón a su debido tiempo; que los abrazos no se explican, los besos no se piden, el sexo no se exige y el amor no se suplica; que una mirada puede transmitir más que el mejor de los discursos.

Aprendí que el mundo no se divide en gente buena y mala. Todos tenemos luz y oscuridad dentro de nosotros. Lo que importa es la parte a la que obedecemos. Eso es lo que realmente somos; que todo el mundo merecemos que nos regalen sonrisas y no lágrimas, tiempo y no distancia; besos, no mentiras; que la amistad no se trata de quien vino primero, sino de quien llegó y nunca se fue.

Aprendí que no importa lo fuerte que seas, todos en algún momento necesitamos un abrazo. 

Quien verdaderamente te quiere, te busca, te espera, piensa en ti. Te lo demuestra. El rencor es uno de nuestros peores enemigos, y el olvido uno de nuestros mejores aliados.

Aprendí que, hasta que no vacías tu alma de todo aquello que te atormenta no puedes llenarla de todo aquello que te hará feliz.

La mejor ayuda que puedes ofrecer a alguien es estar siempre ahí cuando te necesita, saber escuchar; y que un beso, un abrazo, consuelan más que mil consejos.

Aprendí que es fundamental que te quieras a ti mismo para poder ofrecer amor; que enamora más una sonrisa bonita que una cara bonita. Que para entender a los demás no hace falta tolerancia sino comprensión. Tolerar es aguantar y comprender es aceptar. Que si quieres algo, tú eres el que tienes que ir detrás de aquello.

Aprendí que no hay arma más poderosa que una sonrisa, que tiene el poder de cambiar las personas, y sobre todo he aprendido que en la vida no se trata de ser perfectos, sino de ser felices.

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