Autor: DESCONOCIDO
Reflexión enviada por: Silvia Marta Gómez Doval (MÉXICO)
Adaptación: NILTON ROGER MAS ROJAS
¡Que difícil es el ser humano! Nacer no pide, vivir no sabe y morir no quiere. Los tres últimos deseos de Alejandro, El Grande, más conocido como Alejandro Magno, fueron:
1º Que el día de su entierro, su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.
2º Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba; y,
3º Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó cuáles eran sus razones. Y Alejandro le explicó:
- Quiero que los más eminentes médicos de la tierra carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen poder de curar ante la muerte. Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí se quedan. Y, quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan entender que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos hacia el otro mundo.
Hermano(a):
Un día usted y yo moriremos, cuando la parca de la vida nos anuncie el término de nuestro tiempo; y, al morir, nada humano llevaremos, ni los conocimientos, ni las posesiones ni siquiera nuestro propio cuerpo. Podemos producir más dinero, pero no más tiempo. Por eso, aprovecha bien el tiempo, ahora que todavía lo tienes. El tiempo es el tesoro más valioso que tenemos porque en esta vida, es limitado. Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una parte de nuestra vida que nunca podremos recuperar, pues es el mejor regalo que podemos entregarle a alguien.
Ahora, yo te pregunto: ¿Cuánto tiempo dedicas para acumular dinero? ¿Cuánto tiempo le brindas a tus amigos? ¿Cuánto tiempo reservas para tu familia? y ¿cuánto tiempo tienes para Dios?
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