miércoles, 29 de marzo de 2017

LA VASIJA AGRIETADA

Autor: DESCONOCIDO
Adaptación: NILTON ROGER MAS ROJAS
Reflexión enviada por: DORIS QUIJANO (Colombia)

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.

Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua hasta la casa del patrón. En cambio, la vasija rota solo conservaba la mitad del agua.

Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador:

- Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.

El aguador apesadumbrado, le dijo compasivamente:

- Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.

Así lo hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.

El aguador le dijo:
- ¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino?
Siempre he sabido de tus grietas y quise obtener ventaja de ello, sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde tú vas y todos los días tú las has regado. Por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar la casa de mi patrón. Sin ser exactamente como eres, él no hubiera tenido esa belleza sobre su mesa.

Hermanos(as):

Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.
En la gran economía de Dios, nada se desperdicia. Si sabes cuáles son tus grietas, aprovéchalas, y no te avergüences de ellas.
Y si se lo permitimos, Dios utilizará nuestras grietas para decorar nuestra propia vida.

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