Autor: DESCONOCIDO
Reflexión enviada por: NOELITH REYNA BAZAN
Cuentan de un rey muy apuesto que estaba buscando esposa. Por su palacio pasaron todas las mujeres más hermosas del reino y de otros más lejanos; le ofrecían, además de su belleza y encantos, muchas riquezas, pero ninguna lo satisfacía tanto como para convertirse en su reina.
Cierto día, llegó una mujer muy sencilla al palacio de este rey y, con mucha lucha, consiguió una audiencia.
- No tengo nada material que ofrecerle, mi rey, solo puedo darle el gran amor que siento por usted. Si me permite puedo hacer algo para demostrarle ese amor.
Esto despertó la curiosidad del rey, quién le pidió que dijera qué era eso que podía hacer.
- Pasaré 100 días en su balcón, sin comer ni beber nada, expuesta a la lluvia, al sereno, al sol y al frío de la noche. Si puedo soportar estos 100 días, entonces usted me convertirá en su esposa.
El rey, sorprendido más que conmovido, aceptó el reto. Le dijo:
- Acepto, si una mujer puede hacer todo esto por mí, es digna de ser mi esposa.
Dicho esto, la mujer comenzó su sacrificio.
Empezaron a pasar los días y la mujer valientemente soportaba las peores tempestades. Muchas veces sentía que desfallecía del hambre y el frío, pero la alentaba imaginarse finalmente al lado de su gran amor.
De vez en cuando el rey asomaba la cabeza desde la comodidad de su habitación para verla y le hacía señas de aliento con el pulgar.
Así fue pasando el tiempo: 20 días, 50 días, la gente del reino estaba feliz, pues pensaban: ¡Por fin tendremos reina!...90 días.. y el rey continuaba asomando su cabeza de vez en cuando para ver los progresos de la mujer, pensaba para sí mismo: "Esta mujer es increíble"; y volvía a darle aliento con señas.
Al fin llego el día 99 y todo el pueblo empezó a reunirse en las afueras del palacio para ver el momento en que aquella mujer se convertiría en esposa del rey. Fueron contando las horas, a las 12 de la noche de ese día, tendrían reina.
La pobre mujer estaba muy desmejorada; había enflaquecido mucho y contraído enfermedades. Entonces sucedió. A las 11 de la noche del día 100, la valiente mujer se rindió, y decidió retirarse de aquel palacio. Dio una triste mirada al sorprendido rey, y sin decir una palabra se marchó.
¡La gente estaba conmocionada! Nadie podía entender por qué aquella valiente mujer se había rendido faltando solo una hora para ver sus sueños convertidos en realidad!
Al llegar a su casa, su padre se había enterado ya de lo sucedido, y le pregunto:
- ¿Porqué te rendiste a solo instantes de ser la reina?
Y ante su asombro, ella respondió:
- Estuve 99 días y 23 horas en su balcón, soportando todo tipo de calamidades, y aquel rey no fue capaz de liberarme de ese sacrificio. Me veía padecer y solo me alentaba a continuar, sin mostrar siquiera un poco de piedad para mi. Esperé todo este tiempo un atisbo de bondad y consideración que nunca llegaron. Entonces entendí que una persona tan egoísta, desconsiderada y ciega, que solo piensa en sí misma, no merece mi amor. Y no me rendí, simplemente tomé mi propia decisión de retirarme.
Hermanos(as):
Cuando amen a alguien y sientan que para mantener a esa persona a su lado tengan que sufrir, sacrificar su esencia y hasta rogar ... aunque les duela el corazón y les parta el alma, ¡retírense de esa persona! Y no tanto porque las cosas se tornen difíciles, sino porque quien no te haga sentir valorado(a), quien no sea capaz de dar lo mismo que tú, quien no puede establecer el mismo compromiso, la misma entrega...simplemente ¡No merece tu amor!
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