Autor: NILTON ROGER MAS ROJAS

De pronto, al pasar por un mercado, Be
njamín Franklin tomó una manzana y se la dio a un niño, quien le agradeció con una amplia sonrisa. Tomó entonces otra manzana y se la dio también. La alegría del pequeño era indescifrable. Tomando una tercera manzana se la dio al niño. Y éste, a pesar que tenía sus dos manos ocupadas, con gran esfuerzo logró tomar la tercera manzana, pero por un descuido, la tercera manzana cayó a un riachuelo, y el niño su puso a llorar.
njamín Franklin tomó una manzana y se la dio a un niño, quien le agradeció con una amplia sonrisa. Tomó entonces otra manzana y se la dio también. La alegría del pequeño era indescifrable. Tomando una tercera manzana se la dio al niño. Y éste, a pesar que tenía sus dos manos ocupadas, con gran esfuerzo logró tomar la tercera manzana, pero por un descuido, la tercera manzana cayó a un riachuelo, y el niño su puso a llorar.
Benjamín Franklin aprovechó para explicar a su joven amigo:
- Eh aquí un hombre pequeño con demasiadas riquezas para poder gozar de ellas. Con dos manzanas era feliz, pero con tres, ya no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario