Autor: NILTON ROGER MAS ROJAS
Para detener la ola de robos en la Unión Soviética, las autoridades pusieron policías a cuidar las fábricas.
En una de ellas, había un policía que conocía muy bien a los obreros de aquel lugar. La primera noche salió uno de ellos con una carretilla que llevaba un bulto con apariencia sospechosa.
- ¿Qué llevas ahí?, le preguntó con un tono de voz muy fuerte.
- Solo es aserrín, jefe, le dijo el obrero.
- ¿Y tú crees que he nacido ayer?, respondió el policía. Y luego le dijo: ¡Abre la caja!
El obrero la abrió y, efectivamente, sólo había aserrín. Al policía no le quedó otra cosa que permitirle retirarse. Sin embargo, esto se repetía todas las noches durante dos semanas y el policía se sentía frustrado. Un día, su curiosidad venció su frustración y dijo:
- Mira, mi amigo, yo te conozco, sé de tus fechorías. Dime lo que te estás robando en esa caja y yo te dejaré ir.
El obrero contestó:
- No me estoy robando nada en la caja, lo que estoy hurtando son las carretillas.
Hermanos(as):
¿Verdad que las distracciones suceden así? El pobre policía estaba tan distraído por los sacos de aserrín y nunca se percató del robo de las carretillas.
Todos nosotros enfrentamos distracciones cada día. Mantengámonos en alerta. Satanás no descansa nunca, continuamente va ofreciendo distracciones, pero la meta la tienes tú y la tengo yo. De nosotros depende si nos distraemos o no. En el camino hacia la salvación, no se admiten distracciones.
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