Basado en la reflexión enviada por Doris Quijano - COLOMBIA
Nuestra eterna gratitud
Cierto día, un perrito buscando refugio del sol logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa.
El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera.
Al terminar de subir las escaleras se topó con una puerta semi-abierta por donde se metió lentamente en el cuarto.
Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían mil perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.
El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los mil perritos hicieron lo mismo.
Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. ¡El perrito se quedó sorprendido al ver que los mil perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él!
Cuando salió del cuarto, se quedó pensando para sí mismo: “¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir más seguido a visitarlo!”
Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto.
Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros mil perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva.
Posteriormente empezó a gruñir; obviamente vio cómo los mil perritos le gruñían a él.
Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros mil perritos le ladraron también.
Cuando este perrito salió del cuarto pensó: “¡Qué lugar tan horrible es éste! ¡Nunca más volveré a entrar allí!”
En el frente de dicha casa se encontraba un letrero que decía: “La casa de los mil espejos”.
Hermanos, este relato debe servirnos para entender que todos los rostros del mundo son espejos.
Así que, decide cuál rostro llevarás por dentro, y ese será el que te mostrarán los demás. Los gestos y acciones de los demás están en relación directa a lo que tú proyectas.
Las cosas mas bellas del mundo no se ven ni se tocan, solo se sienten con el corazón.
No eres responsable de la cara que tienes, eres responsable de la cara que pones.
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