Autor: DESCONOCIDO
Adaptación cristiana: NILTON ROGER MAS ROJAS
Al asomar por su puerta, una mujer ve a tres ancianos, de larga barba, sentados al frontis de su casa, y piensa para sí:
- Deben ser
pordioseros y estarán de hambre. Voy a invitarlos a comer.
Va donde ellos a invitarlos a pasar. Uno de
los ancianos le preguntó:
- ¿Está tu
marido en casa?
Ella responde que no y el anciano insiste:
- Si tu
marido no está, entonces no podemos entrar. Espera que venga tu marido, lo
conversas y luego nos invitas.
Un poco extrañada la mujer esperó la llegada
de su marido, quién apareció en compañía de su hija, una adolescente de 15
años. Y apenas ingresaron a casa, la mujer contó lo ocurrido a su marido, y
éste le respondió:
- Ve y
diles que yo ya llegué y que si desean pueden entrar a casa a servirse algo.
La mujer fue, y la respuesta de uno de los
ancianos la dejó aún más desconcertada:
- Mire, le dijo
uno de los ancianos, no podemos entrar
los tres a tu casa. Pues sólo uno de nosotros tendrá que hacerlo. Él (dijo
señalando al de su derecha) se llama
“riqueza” y aquel (se refería al de su izquierda) se llama “éxito”. Y yo me llamo “amor”.
Y añadió:
- Ahora que
ya nos conoces, entra a tu casa, ponte de acuerdo con tu familia y decidan a
quien invitar.
Así lo hizo la mujer. Fue y contó todo a su
marido y éste le dijo:
- Pues no
lo pienses mucho, mujer. Tenemos varias necesidades, así que ve e invita a
riqueza que venga a nuestra casa.
La hija, que hasta el momento no había
hablado nada, pidió la palabra y dijo:
- Cierto
papá, tenemos necesidades, pero yo creo que es mejor invitar al “amor”.
Sin querer entrar en contradicciones el papá
aceptó la petición de su hija y ordenó a su mujer que salga e invite al anciano
llamado “amor”.
- Ya está
decidido, dijo la mujer, ¿quién de
ustedes es amor?
Le indicaron, y luego dijo:
- Tú serás
nuestro huésped el día de hoy. Ponte de pie y vamos para adentro.
Así lo hizo, y el anciano llamado “amor”
lentamente se dispuso a entrar en dicha casa. La mujer que iba detrás de él se
percató que más atrás también venían decididos a entrar los ancianos llamados
“éxito” y “riqueza”. Entonces reclamó:
- Un
momento, dijo. Tú me dijiste que
sólo iba a entrar uno de ustedes y no los tres, ¿qué hacen estos detrás de
nosotros?
Y “El amor” explicó:
- Si hubieras elegido “riqueza”, él entraba sólo. Si hubieras elegido “éxito”, también. Pero ustedes, sabiamente, me eligieron a mí. Ahora, si ves levantarse y caminar también a ellos, es
para darte a entender que donde hay amor, hay también espacio para la riqueza y el éxito, entendidos en sus verdaderas y trascendentales manifestaciones.
Hermanos, las cosas más importantes de la vida se toman en decisión con toda la familia. La Biblia nos recuerda a cada uno que, donde hay riqueza y no amor, nada somos; si hay éxito y no amor, nada somos. Sólo el amor pleno que proviene de Dios, es capaz de ayudarnos a entender el concepto profundo de riqueza y éxito que tanto anhelamos. "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos".
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