Autor: DESCONOCIDO
Iban por la orilla de un río, un maestro y sus discípulos, cuando de pronto repararon en un alacrán que había caído a las aguas y estaba ahogándose porque no sabía nadar. Sin pensarlo mucho, el maestro lo cogió con sus manos, y cuando estaba por sacarlo, el alacrán le picó; y con el dolor, nuevamente, le dejó caer en el agua, dejando al pobre alacrán, otra vez, en problemas. Por segunda, y hasta por tercera vez, el maestro insistió en su intento por salvarlo siendo picado tantas veces quería hacerlo hasta que al final salvó al alacrán, aún a costa de ser picado varias veces.
Los discípulos que habían estado viéndolo todo, no estuvieron de acuerdo con la actitud de su maestro, no entendieron la lección del día, hasta que el propio maestro les explicó:
"La esencia del alacrán es picar, hacer daño, y lo hace como una actitud de defensa; pero la esencia de la persona es amar aún a costa de ser ofendido. Es verdad, no puedo cambiar la esencia de este animal, pero no dejaré que él me cambie a mi."
Hermanos(as):
No dejen su esencia por una picadura de alacrán. No permitan que una sola picadura de alacrán les arruine la vida. El alacrán tiene su esencia, pero el hombre tiene la suya. Si tu no logras hacerles cambiar de mentalidad a los demás, no dejes que ellos te cambien a ti. Que nada te desanime, persevera en tus principios. No te alejes de tu esencia.
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