Autor: NILTON ROGER MAS ROJAS
Fuente: http://amuva-reflexionesysentimientos.blogspot.pe/2012_01_01_archive.htm
El
domingo pasado fue un día particularmente frío y lluvioso, y también lo fue en
mi corazón; ese día llegué al final del camino, ya que no tenía esperanza
alguna ni ganas de vivir. Desesperado por todos mis problemas, tomé una silla y
una soga y subí hasta el ático de mi casa. Amarré y aseguré bien un extremo de
la soga a las vigas del techo; me subí a la silla y puse el otro extremo de la
soga alrededor de mi cuello dispuesto a suicidarme. Parado en la silla y con el
corazón destrozado, estuve a punto de tirarme cuando de repente escuché el
sonido fuerte del timbre de la puerta. Entonces pensé, “Esperaré un minuto y
quien quiera que sea se irá”.
Yo esperé
y esperé, pero el timbre de la puerta cada vez era más insistente, y luego la
persona comenzó a golpear la puerta con mayor fuerza.
Entonces
me pregunté, ¿quién podrá ser? Jamás nadie toca mi puerta de esa manera. Solté
la soga de mi cuello, me bajé de la silla y fui hasta la puerta, mientras el
timbre seguía sonando cada vez con mayor insistencia.
Cuando
abrí la puerta, no podía creer lo que mis ojos veían, frente a mi estaba el más
radiante y angelical niño que jamás había visto. Su sonrisa, ¡ohhh!, nunca podré describirla!
Las palabras que salieron de su boca hicieron que mi corazón, muerto hace tanto
tiempo, volviera a la vida. Me dijo: “Disculpe si lo interrumpí. Sólo quiero
decirle que Dios realmente lo ama. Aquí le dejo este volante para una reunión
el próximo domingo”'
Cuando el
niño desapareció entre el frío y la lluvia, cerré mi puerta y con lágrimas en
mis ojos, leí cada palabra del volante. Entonces comprendí que ya no necesitaba
de la silla ni de la soga. Y decidí ser feliz. Pues, Dios realmente me ama. Y
como la dirección de este lugar estaba en la parte posterior del volante, vine
personalmente a decirle gracias a ese pequeño niño que llegó justo a tiempo a
rescatar mi vida de una eternidad en el infierno. ¿Dónde está aquel niño?
Todos se
miraban unos a otros. Aquel personaje tenía entre sus manos, el volante del que
hablaba, pero no había en el lugar, ningún niño a quien se le podría adjudicar
tal suceso.
Pronto
comprendieron que aquella persona había recibido la visita del mismo niño
Jesús. Todos lloraban en el recinto, se abrazaron y empezaron, de a poquitos,
alabar al niño Dios.
Hermano(a):
Como
habrá notado, el personaje de esta historia no tiene género ni nombre. Quise
dejarlo así que sea usted el que le ponga un nombre. Puede ser el de alguien o
quizá el de usted. Hay alguien, en este momento, que necesita que el niño Dios
le visite en su hogar en esta Navidad. Con o sin lluvia, Dios ya está listo
para nacer en tu vida. Con o sin frío, Dios ya viene en camino. ¿Por qué no
abres la puerta de tu corazón?
“Niñito Jesús, que naciste en Belén, nace en mi
corazón y en mi familia también”.
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