Autor: Nilton Roger Mas Rojas
Desde lo
alto de su castillo, un rey ve llegar a su soldado. Éste viene cabalgando sobre
un caballo por la pradera y trae, muy contento, a un dragón atrapado. Al ver
esto, el rey le increpa: “¡¿Qué has hecho soldado?! Yo te pedí que mataras al
dragón y rescataras a la doncella. Pero mira tú, lo que acabas de traerme.”
El único Rey,
principio y fin del universo, es aquel que está sentado en su trono esperando
la llegada de su soldado. Ese soldado eres tú y también soy yo. Cada uno de
nosotros recibió una misión de aquel que es Todopoderoso: “matar al dragón y
rescatar a la doncella”. Pero, ¿cómo estamos
cumpliendo esta misión? Vamos por las praderas, es decir, vamos por la vida
montados sobre nuestros afanes y retornamos a la casa del Padre sin haber
cumplido la misión.
Lo
curioso es que el dragón y a la doncella no están en ninguna parte del mundo
más que en tu propia vida. Para llegar al Padre, tienes que matar tu
soberbia, tu egoísmo, tu vanidad y tus
intrigas. Y tienes que rescatar a la doncella. Es decir, a la tranquilidad, la
paz, el sosiego, la buenaventura y el amor.
Dios te quiere con la doncella de
tu vida y no con el dragón que un día fuiste.
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