Autor: Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Adaptación: Nilton Roger Mas
Rojas
Cierto
día, dos hermanos discutieron a muerte. Ambos vivían en el campo. Sus casitas
estaban construidas una frente a la otra, pero después de pelearse el hermano
menor desvió el cauce del río y lo hizo pasar por el medio de las dos casas
para dividir físicamente los terrenos.
En esos
días, pasó por ahí un carpintero preguntando si había trabajo. El hermano mayor
le dijo:
- Use toda
la madera que he almacenado y levante un muro. Mi hermano desvió el cauce del
río para que pasara en medio de las casas pero yo voy a hacer algo mejor: Una
pared. No quiero volver a ver a mi hermano jamás.
El carpintero
asintió y dijo:
- Entiendo
el problema.
El hermano mayor contestó:
- Entonces,
haga lo que le pedí.
Y se fue al pueblo a comprar
víveres.
El carpintero trabajó todo el
día, pero no hizo un muro, sino un puente que unía ambas casas. Cuando el
hombre regresó se puso furioso, se paró sobre el puente y le reclamó al
carpintero.
- Esto, no es lo que le pedí. ¿Qué le pasa?
En eso su hermano menor salió y
corrió para darle las gracias y le dijo:
- Eres un gran tipo, hermano, ¡Qué calidad humana! Yo quise separarme de ti con un río y tu mandaste construir un puente. ¡No lo puedo creer!
Y llorando abrazó, agradecido, a
su hermano.
Después
de unos minutos, con lágrimas en los ojos, el hermano mayor buscó al carpintero,
pero ya se había ido.
La
historia me recuerda al carpintero de Nazaret. Él vino a la tierra para
construir un puente entre Dios y el hombre. Es el mediador. No vino a cambiar
la ley sino a darle el sentido perfecto. Él dio su vida para que usted y yo
podamos acceder al Padre, se hizo hombre para enseñarnos a hacer puentes de
amor. Así que, por favor, revisa los muros que has levantado con la gente de tu
entorno. Toma el teléfono y derrúmbalos, escribe notas de reconciliación,
reúnete con esas personas distantes y dales un abrazo por ti, por mi y por amor
al carpintero de Nazaret: “Derrumba muros y construye puentes de amor”.