viernes, 31 de mayo de 2019

¿DE QUÉ TE ENVANECES?

Por: Nilton Roger Mas Rojas 

En cierta ocasión, Jesús tomó  consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a lo alto de una montaña. Allí se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz... Ellos, que nunca habían visto algo parecido, estaban gratamente sorprendidos, y se sentían muy bien, pues ya no querían volver, hasta pretendieron construir aposentos para quedarse allí. Sin embargo, Jesús los vuelve a la realidad, y les invita a bajar a la planicie. Es más, hasta les prohibió divulgar lo acontecido. [Cfr. Mt 17,1-9]

Hermano(a):

¿En qué lugar te encuentras ahora? Mírate, y date cuenta del cargo y la responsabilidad que tienes. ¡¿Cómo llegaste hasta ahí?!

Mira hermano, aunque hoy tu no lo comprendas, no estás ahí por tus propios méritos. Es el Señor quien te ha tomado de la mano y te ha ayudado a subir a ese puesto. Quizás eres un gerente, presidente, asesor, administrador, político, director o líder de alguna entidad o asociación. Ese es el lugar de tu transfiguración. Esa es tu montaña. Y ahí estás tan cómodo que, estoy seguro, ya no quieres volver a lo de antes.

Pero déjame decirte, que ese puesto no es eterno. En cualquier momento, Jesús,  te hará volver a la realidad y te invitará a bajar de allí. Por eso, dejando de envanecerte y pregonar a los cuatro vientos lo que eres o lo que posees, prepárate para que no sea muy duro el retorno. Recuerda que, todos los  líderes llegaron a serlo, porque habiendo ascendido no se quedaron arriba, en su montaña, en su transfiguración. Ellos se transfiguraron, pero  comprendieron que es abajo, en la planicie, en la intemperie, en la desazón, en la necesidad, donde más los necesitan. Ellos no ordenan desde arriba, ni maltratan a los de abajo, sino que ellos mismos descienden, porque saben que hay otros 'pedros', otros 'santiaguitos' y otros 'juancitos', que necesitan ayuda para poder  transfigurarse.

Es mi deseo que Dios te acompañe en este caminar.

¡Vamos hermano! ... que sí se puede!