jueves, 29 de enero de 2015

CARTA A MI HIJA

Querida hija:


El día que notes que me estoy volviendo viejo, ten paciencia conmigo y sobre todo trata de entenderme.

Si cuando hablamos, repito lo mismo mil veces, no me interrumpas para decirme “eso ya me lo contaste” solamente escúchame por favor. Trata de recordar los tiempos en que eras niña y yo te leía la misma historia, noche tras noche hasta que te quedabas dormida.

Cuando no me quiera bañar, no me regañes, Y, por favor, no trates de avergonzarme, recuerda las veces que yo tuve que perseguirte con miles de excusas para que te bañaras cuando eras niña.

Cuando veas mi ignorancia ante la nueva tecnología, dame el tiempo necesario para aprender, no pongas esos ojos ni esas caras de desesperada. Recuerda que yo te enseñé a hacer muchas cosas como comer apropiadamente, vestirte y peinarte por ti misma y como confrontar y lidiar con la vida.

Si ocasionalmente pierdo la memoria o el hilo de la conversación, dame el tiempo necesario para recordar; y, si no puedo, no te pongas nerviosa, impaciente o arrogante. Ten presente en tu corazón que lo más importante para mí es estar contigo y que me escuches. Y cuando mis cansadas y viejas piernas no me dejen caminar como antes, dame tu mano, de la misma manera que yo te las ofrecí cuando diste tus primeros pasos.

Cuando estos días vengan, no debes sentirte triste o incompetente de verme así, sólo te pido que estés conmigo, que trates de entenderme y ayudarme mientras llego al final de mi vida con amor. Yo, por mi parte, te lo agradeceré.

Con una enorme sonrisa y con el inmenso amor que siempre te he tenido, sólo quiero decirte que te amo, mi querida hija.

Dios te bendiga.

Con paternal cariño. TU PAPÁ

PREDICAR CON EL EJEMPLO

Por: Nilton Roger Mas Rojas

Hubo cierta vez una reunión muy importante en el fondo del mar. Era la reunión de los cangrejos.
La había convocado uno de los más viejos para tomar en ella, lo que él pensaba, era una decisión muy importante.
Acudieron pues cangrejos de todos los mares, desde los que llegaban de mares pequeños y aguas tranquilas, hasta los que procedían de los océanos más agitados. Aún aquellos que vivían en los ríos contaminados mandaron a su delegado.
La reunión se abrió puntualmente. El viejo cangrejo tomó la palabra y dijo:

- “Amigos míos, hemos venido haciendo algo que se ha constituido en un mal ejemplo para el resto del mundo. Es una costumbre que tenemos que cambiar”.

Muy preocupados, todos lo miraban con curiosidad. Un joven cangrejo de río no pudo reprimir la curiosidad, y preguntó:

- “¿Y cuál es esa costumbre?” “¿Por qué crees que es un mal ejemplo para los demás seres de la creación?”.

El anciano cangrejo respiró profundo. Muy preocupado tomó de nuevo la palabra y continuó:

- “Se lo diré sin rodeos. Debemos de dejar de caminar hacia atrás. Todos nos ponen de ejemplo negativo y hablan de nosotros como retrógradas”.

Un cangrejo colorado que venía de muy lejos, dándose cuenta de lo serio del problema, preguntó:

- “¿Y qué propones para remediar el nocivo ejemplo que damos?”.

El anciano cangrejo tomó de nuevo la palabra:

- Seré realista. Para nosotros ya es muy difícil cambiar. Pero para los cangrejos niños será más fácil. Yo propongo que sus madres les enseñen a caminar hacia adelante”.

Los cangrejos se emocionaron con la sinceridad con que se les había hablado, y secundaron con entusiasmo la moción.
De esta forma quedó instituido que todos los cangrejos que nacieran de ese momento en adelante, serían instruidos por sus madres para caminar hacia adelante.
Cada uno volvió a su hogar. Y las madres empezaron a enseñar a sus pequeñuelos.
Guiaron con amor sus patitas, primero una hacia adelante, luego la otra.
Una y otra vez insistieron en la nueva forma de avanzar.
Los pequeños intentaron seguir las instrucciones, aunque les costaba mucho trabajo. Pero con sinceridad trataron de hacerlo.
Sin embargo, sucedió algo curioso.
Sus mamás les decían cómo debían caminar, pero ellas mismas y todos los demás cangrejos a su alrededor continuaban caminando hacia atrás como siempre.

- “¿Cómo es que ellas hacen una cosa y nos enseñan otra?”, - dijo un cangrejito muy estudioso cuando las mamás no estaban presentes.

Los demás estuvieron de acuerdo.
Algunos pensaban que era una broma que les querían jugar, otros aducían que debía ser más fácil caminar hacia atrás, puesto que así lo hacían los demás.
En vista de la rebelión, hubo de convocarse a una nueva junta de cangrejos.

- "La ley que hemos propuesto no funciona” - admitió el anciano cangrejo que siempre decía la verdad.

Y agregó:

- "Y no funciona porque no hemos predicado con el ejemplo, y lo cierto es que no podemos pedir a los demás que hagan lo que nosotros no hacemos”.

La historia dice que esa es la razón por la que los cangrejos siguen caminando hacia atrás.

Queridos hermanos:
Las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran. Los demás prestarán más atención a lo que hacemos que a lo que decimos. Y esta es una gran verdad que debemos aprender: "Predicar con el ejemplo"